La vicesecretaria del PSOE se ha indignado, en plan sans-culotte, por el apoyo del comisario europea Olli Rehn a la propuesta del FMI de reducir un 10 por ciento los sueldos en España a fin de que bajen los precios, se anime el consumo, se estimule (más) la exportación y se reduzca el paro.
El FMI se ha quedado corto, comparado con Krugman, que hace tres o cuatro años que viene sosteniendo que los países de la eurozona menos competitivos respecto de Alemania tendrían que reducir salarios un 20 por ciento y bajar precios a fin de ganar competitividad y poder salir de la crisis.
Por demás que Krugman no es el único que plantea que esas reducciones son un instrumento esencial de salida de la crisis, dado que, por un lado, esos países no pueden devaluar la moneda para lograr el mismo efecto y que, por otro, el diseño del euro no permite hacer frente a las dispares situaciones en la eurozona.
No es el único que lo ha propuesto, pero Krugman es el economista de cabecera de nuestros “progresistas”. Eso creía yo. Hasta que me ha sacado del error Valenciano. No le hacen caso ni a Krugman.