Vuelta sólo hay una.

(Vista desde el borde de la carretera entre Samil y Canido, a las 14:16)

La diputada del PP en la Asamblea de Madrid, Teresa Gómez-Limón, nos sorprendía ayer con esto:

“Pienso que en un país mínimamente democrático tenían que haber dimitido ellos [presidentes de Adif y Renfe], pero ya que no dimiten, la ministra los debe destituir.” (El Mundo)
“En cualquier otro país, estos señores [presidentes de Adif y Renfe] estarían ya cesados al día siguiente por negligencia.” (El País)

Lo que yo pienso es que cualquier otra persona, una persona con un mínimo sentido democrático, se negaría a ser diputada en un país que no fuera una democracia; que no legitimaría con su presencia un sistema que no cumpliera los mínimos democráticos. Si Gómez Limón cree que  España está fuera o justo en los márgenes del orbe democrático, no sé, francamente,  qué hace de diputada; y menos de diputada del PP, que es partido de gobierno. Sobre todo si - como parece -  ya tenía serios indicios de que ”este país” no era mínimamente democrático antes de verse afectada por el accidente de tren en Santiago de Compostela.

Asco de ricos (en VLCNews)

En la muerte de Rosalía Mera, cofundadora de Zara y de Inditex, se ha resaltado extraordinariamente que la empresaria gallega era de izquierdas, como si esto fuera algo llamativo. En realidad, lo llamativo es que se destacara ese rasgo. Porque ser de izquierdas, mitos y leyendas aparte,  no es nada excepcional. Menos aún entre nosotros. Los sondeos indican que en España siempre hay más gente que se declara de izquierdas que de derechas. Así que tanta insistencia en la tendencia política de la fallecida sonaba mal. Como si dijeran: “Era la mujer más rica de España, pero (subráyese el pero) era de izquierdas y, por lo tanto, era buena”. (Seguir leyendo)

Con esta playa a tiro de piedra, se entenderá que no me ocupe ni preocupe de los dos peñazos del verano.