Los portavoces de CiU insisten en que celebrar una consulta (un referéndum de autodeterminación) no es un problema legal, sino un problema político; que no es un tema de marcos jurídicos, sino de voluntad política.
Es llamativo el foso que cavan entre lo legal y lo político, entre la ley y la política. Porque no es un foso posible en una democracia. La legalidad es el marco en el que se desarrolla la política. Claro que la legalidad se puede modificar y se modifica: pero se modifica desde la legalidad.
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Una cadena de trolas (En VLCNews)
La cadena catalana por la secesión ha sido calificada de gran éxito por sus partidarios y hasta por el ministro de Exteriores, y yo no voy a corregirles el término. En efecto, ha sido un éxito, pero un éxito de la manipulación. Fue un triunfo de la capacidad de inducir a personas adultas a creer en falsedades y paparruchas. Y de la habilidad para lograr que esas gentes, hechas y derechas, apoyen objetivos políticos que son perjudiciales para sus propios intereses.
En política, como en economía, se da muchas veces por sentado que los individuos deciden desde la pura racionalidad. Se supone que el individuo es un sujeto racional que sabe distinguir con perfecta claridad aquello que le beneficia de aquello que le perjudica y que opta, claro, por lo que más le conviene. Pues no. (Seguir leyendo)
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El recién nombrado Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, actual Nuncio Apostólico en Venezuela, declaró que el celibato obligatorio de los sacerdotes “no es un dogma de fe y puede ser discutido”. De inmediato, discusión al canto en el Gabinete de Julia Otero. Mi posición, lógicamente, a favor de la tradición del celibato… y en contra de la tendencia (presente en todas las iglesias cristianas) a la secularización del sacerdocio.