Transnistria

Bajo mi columna sobre Somalilandia, Luis Antonio  Alías ha escrito un comentario con importante información sobre Transnistria, que empezaba así:

“Nadie se acuerda de Transnitria, la Cataluña de más al Este”.

Para paliar ese olvido imperdonable,  esa ignorancia bochornosa que tenemos sobre Transnitria, recurramos a esta buena entrada en la Wikipedia. Transnistria tiene medio millón de habitantes, una bonita bandera con la hoz y el martillo y una estatua de Lenin de espaldas al edificio legislativo de Tiráspol, como debe ser. Lamentablemente, sólo ha sido reconocida por tres estados que no son miembros de la ONU. Y, sin embargo,  ahí está.

***

La vía catalana hacia Somalilandia

[...] Yo no sé si los encadenados a la Vía Catalana por la independencia tienen noticia de que su viaje acaba en Somalilandia, pero confío en que ese destino no les espante. No es buen independentista el que no esté dispuesto a arrostrar las consecuencias. Somalilandia, a fin de cuentas, sólo es un Estado fallido porque el mundo insiste en no reconocerla, aunque Etiopía parece predispuesta. Pero sus tradiciones están a buen recaudo, su sistema de clanes la dota de estabilidad y puede presumir de moneda propia, banco central y todo lo demás. Como los mayores. [...]

Anexos:

Somaliland (parece más fiable que la entrada de la wiki en español, que ha sido traducida de aquella manera del italiano)

Organización de Naciones y Pueblos No Representados (UNPO)

 

83 comentarios

Las juergas de la alcaldesa

Me entero por El Mundo de esta definición de facto de “fiesta de pijamas“. Una fiesta de pijamas es una pandilla sentada en el suelo de lo que parece un pasillo de hotel cutre,  en la que hay cuatro o cinco que ya se han puesto el pijama. Ni bebidas ni porretes a la vista, ni siquiera un cigarrito. Yo no sé si son así las fiestas ahora, porque no frecuento.  Pero si lo son, qué deprimente. Más deprimente aún tras ver la foto más abajo, la foto de algo que denominan “una juerga” de la alcaldesa (de Alicante).

***

El anacronismo no es la monarquía parlamentaria [En VLCNews]

Estoy haciendo una lista de las antiguallas que tenemos. He empezado a hacerla por pura diversión. Porque me divierte mucho el tópico de que la monarquía es una antigualla, que es un tópico que estos días, por motivos quirúrgicos bien conocidos, se maneja como sentencia inapelable contra tal institución. Y se maneja, conviene anotar,  desde el olvido o  la ignorancia de que no estamos ante aquellas monarquías de otrora en las que el rey detentaba el poder político. Ante lo que estamos, en España y otros países de Europa, es la  monarquía parlamentaria, donde la soberanía nacional (qué antigualla, se  llama soberanía) reside en el pueblo y el rey ejerce un papel simbólico, moderador y de representación.

Si es un terrible defecto  que un régimen político, una forma de Estado o una institución hundan sus raíces en el pasado, estamos aviados, pues son muchas, por no decir casi todas, las que lo hacen. [Seguir leyendo]

 

 

56 comentarios

Elecciones plebiscitarias y blablablá

A lo único que no puede renunciar Mas es a los decibelios, al alto voltaje de la retórica. Por eso me asombran los que esperaban, dicen, que en el debate en el Parlamento autonómico Mas aprovechara para rebajar la gasolina de la independencia. Hombre, no, no en la retórica. Y eso que de modo solapado, muy cubiertito con el edredón,  incluso ahí ya ha dado el paso atrás: ahora estamos en la tontada de las elecciones plebiscitarias. Pero bajar la voz en público es lo último que se puede permitir Mas cuando hay una lucha a brazo partido en el campo independentista. Y el blablablá sale gratis. O eso cree.

***

Artur Mas nos quiere plebiscitar

[...] Adjetive como adjetive esa convocatoria, lo que tendrá al día siguiente, en el caso para él más ventajoso, es lo que ya tiene ahora: una mayoría partidaria de la secesión en el parlamento autonómico. Estará entonces ante el mismo dilema que trata de sortear con el subterfugio plebiscitario. Es decir, entre saltarse la ley, que es saltarse la democracia, o no saltársela. Entre salir al balcón a anunciar el Estat catalá o subirse al AVE a Madrid a ver qué le ofrecen. Aunque quizá haya una diferencia importante entre las dos situaciones, y es que Mas puede verse degradado al papel de actor secundario. Porque el presidente catalán nos quiere plebiscitar, pero ante todo será él quien se plebiscite. Si hay algún plebiscito en danza, es el plebiscito entre CiU y Esquerra. Y ya se vislumbra cuál de los dos va a perderlo.

(Leer completo)

 

79 comentarios

El verdulerismo

La politóloga belga Chantal Mouffe vindica aquí el populismo, o al menos, trata de adjuntarle un lado positivo:

“Pienso que es realmente problemático usar populismo como un término únicamente negativo. En mi opinión, existe una  dimensión populista necesaria en la democracia. La democracia es la construcción de un demos y el populismo -dejando de lado todas las interpretaciones que alertan de la manipulación de las masas y de la amenaza que representan los líderes demagógicos- es una parte de la creación de un pueblo.”

Bueno, un problema es que no hay  populismo  que prescinda de lo que Mouffe le quita entre  guiones. ¡Claro!  Si el populismo no fuera lo que es, entonces no sería tan malo. Tanto ella como su colaborador, el argentino Ernesto Laclau, se vienen esforzando por legitimar la práctica política de caudillos como Hugo Chávez y los Kirchner desde lo que ellos llaman posmarxismo. (Aquí, una gran reseña crítica de “La razón populista” de Laclau).

Como se nota que estos teóricos, en su mundo universitario y demás, no han de vérselas cada día o así con el retoño verdaderamente popular del populismo.  Con ese verdulerismo en jarras y tú-no-me-digas-a-mí, con la grosería intelectual y formal, con la incapacidad y hasta la repulsión por el razonamiento, que ahora nos encontramos continuamente allí donde se celebre un debate sobre política. Ah, el verdulerismo es la fase superior.

***

La cadera de la discordia

[...]Hay, sin embargo, otro plano en esta cuestión, que no tiene que ver con la monarquía y sus reglas y sí con la enfermedad. Porque la sociedad contemporánea se presenta como especialmente volcada en impedir que los enfermos, los inválidos o los discapacitados sufran marginación. Pero, al mismo tiempo, en el terreno de la vida pública, allí donde la imagen lo es (casi) todo, donde la apariencia juvenil y el dinamismo son valores absolutos, la enfermedad o la invalidez pueden representar un estigma y provocar, más o menos disimuladamente, un rechazo.

Naturalmente, hay enfermedades que incapacitan a un personaje público para realizar sus funciones. No es ésa la discusión. No está ahí ese rechazo visceral, inconsciente y doctormengelista. Pero existe. [Leer completo]

 

41 comentarios

La salud del Rey

Esta tarde discutimos en el Gabinete de Julia Otero sobre si hay que regular o no el papel del príncipe de Asturias para situaciones en las que el Rey está, digamos, de baja. Algunos políticos (creo que Rosa Díez entre ellos) han lamentado, al respecto, que no se haya elaborado nunca la ley orgánica a la que se refiere el artículo 57 de la Constitución. Quizá no recuerden el texto en cuestión. Aquí va:

“Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión de la Corona se resolverán por una ley orgánica”.

Ni el papel del príncipe de Asturias, ni las fórmulas sobre qué hacer si el Rey  está hospitalizado, bajo los efectos de la anestesia tantas o cuantas horas, convaleciente en una cama hospitalaria privada, convaleciente en una cama hospitalaria pública, convaleciente en su domicilio, etcétera, etcétera, ninguna de estas apasionantes cuestiones, digo, sería tema de la hoy famosa y siempre pendiente ley orgánica.

La bulimia legislativa es una adicción muy extendida, por lo que seguro que ahora mismo hay muchos firmes partidarios de regular por ley qué hay que hacer en todos los posibles casos de enfermedad del Rey que se nos ocurran. Y aún así nunca serán todos: siempre surgirá una situación que no se previó en la ley, por lo que habrá que hacer una reforma d de la ley -o mejor, ¡una nueva ley crujiente y doradita!-  y así sucesivamente.

En la radio, donde estaba también Girauta, he recordado dos casos de jefes de Estado con graves problemas de salud (o de movilidad, caso del Rey) que desempeñaron durante largo tiempo las funciones inherentes a su cargo, por otro lado, mucho más amplias y decisivas que las de un rey en una monarquía parlamentaria.

Mitterrand, presidente de la República francesa, quizá la más monárquica de las repúblicas, sufrió de cáncer durante los catorce años que ocupó el cargo. (Lo ocultó a la opinión pública durante mucho tiempo).

Franklin Delano Roosevelt tuvo poliomelitis, quedó paralizado y tuvo que usar silla de ruedas el resto de su vida. Llegó a la presidencia de EEUU en esas condiciones y volvió a ganar otras tres elecciones. Quizá hoy, con la prevalencia de la televisión, el énfasis en la imagen y la obsesión con lo saludable, el señor Roosevelt no hubiera ganado ninguna.

 

35 comentarios