La culpa no será del Tribunal Estrasburgo

El Tribunal de Estrasburgo hará público mañana si mantiene o modifica su primer dictamen sobre la “doctrina Parot”, contra el que España presentó recurso. Los indicios son que lo mantendrá y que España tendrá que sacar de la cárcel a Inés del Río, la terrorista de ETA que recurrió al Tribunal Europeo, y por extensión a los demás reclusos a los que se ha aplicado la doctrina.

Si ése es el fallo, se dirá que el Tribunal de Derechos Humanos ha mostrado muy poca sensibilidad hacia las víctimas del terrorismo y hacia la sociedad española, en general, que deberá asistir a la salida  de la cárcel de asesinos convictos y múltiples, a los que matar les habrá salido muy barato.

Pero Estrasburgo podría decir, con razón,  que el fin no justifica los medios. Es decir, que el objetivo moralmente impecable de mantener en la cárcel a varias decenas de criminales  no se puede conseguir mediante la vulneración del principio de irretroactividad.

En cualquier caso, de lo que no tiene ninguna culpa el Tribunal Europeo  es de que en España se aplicara, durante años, una forma de computar los beneficios penitenciarios que, de hecho, acortaba o reducía notablemente la estancia en prisión de los condenados por varios delitos.

Es exclusiva responsabilidad de España el haber mantenido tanto tiempo esa forma de cómputo que se derivaba del Código Penal de 1973, y no haber entrado en la cuestión hasta 2006, año en que el Tribunal Supremo se pronunció al respecto con ocasión de un  recurso del terrorista Henri Parot.

Esta ha sido una más, una de tantas,  de las incomprensibles negligencias y los paralizantes complejos que ha mostrado la democracia española en su larga confrontación con el terrorismo. El problema no está en Estrasburgo.

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Guardiola for president (En VLC News)

Bajo la dirección de Artur Mas, el nacionalismo catalán está mostrando cuán rápido se pueden perder el sentido de la realidad y el sentido del ridículo. Una pérdida lamentable de la que da nueva constancia la última idea que ha salido de esos cráneos privilegiados. Consiste la genialidad  en presentarse a las próximas elecciones todos juntos y revueltos los de CiU,  los de Esquerra Republicana y hasta los del PSC,  y en coronar el pastel de esa boda polígama, que más parece empanada,  con la figurita o  figura –que no menosprecio sus méritos en lo suyo- del ex futbolista Guardiola, que fue celebrado entrenador del Barça. Tanto decir que el Barça es más que un club, que va a resultar que para el nacionalismo Cataluña no es más que eso.

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Albert Pla

Me sorprende negativamente que el Teatro Jovellanos de Gijón, a petición del PP, vaya a suspender la actuación del cantante Albert Pla por unas declaraciones de las suyas -de las suyas, digo bien- a un diario regional.

Aunque conviene leer toda la breve entrevista si es que uno quiere hacerse una idea del estilo del personaje, las palabras que encendieron al PP fueron éstas:

“[...] a mí siempre me ha dado asco ser español, como espero que a todo el mundo. Me gustaría que los catalanes fuéramos independientes y que en Gijón se estudiara el catalán por cojones, igual que nos pasa a nosotros ahora.”

Yo vi una vez un trozo de un espectáculo de Pla, creo que fue en un local madrileños que entonces era propiedad de Alaska, llamado Marrocco. Bastan unos minutos para percibir que cuanto diga o cante Pla debe ponerse en ese espacio en blanco que siempre se les ha permitido ocupar a los niños y a los locos.

Los del PP se lo han tomado en serio, como si Pla fuera otra cosa que un personaje de ficción. Aunque se entiende también la susceptibilidad. Un efecto más del delirio nacionalista  es la  pérdida de la capacidad de tomar distancia, de ironizar y burlarse de las cosas propias. El nacionalismo catalán presenta esa tara en grado extremo.  Se toma tan en serio a sí mismo que, bueno,  da risa. Pero es una lástima que ese ceñudo modo suyo se extienda más allá de su recinto liliputiense.

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La singularidad socialista, según Ramón Jáuregui

Entrevista hoy a Ramón Jáuregui en el diario El País. Intenta explicarse sobre la reforma constitucional que propone su partido, en particular, en lo que respecta al status de Cataluña. La reforma, dice, “establecería una singularidad de ser y de estar de Cataluña que España tiene que aceptar. Es el mejor servicio que pueden prestar quienes reivindican España: asegurar que Cataluña sea española en un marco de singularidad.”

Nótese que se refiere a los que “reivindican España” (absurdo concepto, por otro lado) en tercera persona del plural: “ellos”. No  ”nosotros”. Pero lo más interesante viene cuando le presionan un poquito para que concrete en qué consiste esa “singularidad” de Cataluña que él y su partido reivindican.

Este es el diálogo de besugos que monta el bueno de Jáuregui:

P. ¿Tendría Cataluña más competencias que el resto de comunidades autónomas?

R. La descripción de competencias tendría que hacerse con arreglo al modelo del Estatuto de 2006 que en parte no fue ratificado por el Constitucional. ¿Qué hicimos mal entonces? Quizás pretender una reforma estatutaria que reformaba en parte la Constitución. El Tribunal Constitucional dijo no. Lo que planteamos es que se incluya esa singularidad ahora.

P. ¿Qué competencias?

R. Por ejemplo, la política lingüística. Yo creo que no hay que limitar la capacidad de la Generalitat para dictar su política lingüística y educativa.

P. ¿El Estado no tendría nada que decir entonces sobre el uso del castellano en Cataluña?

R. Hombre, hay principios que son constitucionales… Pero el sistema de inmersión lingüística no podría ser cuestionado por el Gobierno central.

P. ¿Apoyarían los socialistas un régimen de financiación singular para Cataluña?

R. No, en principio, no. Pero probablemente la financiación sería una de las partes de la negociación de la singularidad.

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Es posible que los disparates y contradicciones internas de lo que dice el señor Jáuregui no salten a la vista en primera lectura. Pues una segunda, please. De momento, yo he entresacado de ese singular ejercicio de confusión un par de arenques ahumados:   La singularidad no es un contenido sino un continente.  Y:  la singularidad es el reconocimiento de la singularidad.

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Cuatro piradas y un gurú (En VLC News)

El activismo político ya no sabe qué hacer para llamar la atención del respetable. Esa búsqueda desesperada de publicidad aunada a una falta de respeto por las normas democráticas, ha venido alumbrando actos violentos, actos groseros y actos simplemente estúpidos. A caballo entre los dos últimos se sitúa la tan comentada salida en topless de unas mujeres el otro día en la tribuna del público del Congreso. Qué era lo que pretendían es lo de menos, como lo prueba el debate que se armó al respecto en los medios: no ha versado sobre sus propósitos, supuestamente políticos, sino sobre su despelote.

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VÁZQUEZ MONTALBÁN

 

Como tantos en esta ciudad, pertenezco a una generación que nació a la vida civil marcada por la impronta estética, política y retórica de Manolo Vázquez Montalbán . Aunque hoy, apenas diez años después de su muerte, muy poco quede de una obra que el tiempo ha ido poniendo en su sitio acaso con alguna crueldad. No obstante, tantos años y tantas hagiografías después, junto al póster de Salvador Piug Antich,  la estampa de Vázquez Montalbán aún preside el santoral laico de la algo achacosa progresía tardofranquista. Vázquez Montalbán y Puig Antich,  el escriba de la memoria sentimental de toda una generación y el icono épico de esa misma generación. Dos existencias que se cruzarían durante un efímero instante fugaz. Para los organizadores de la gran fiesta, era una noche como cualquier otra. Quizá con la única salvedad de que un anarquista iba a ser ejecutado mediante el procedimiento del garrote vil. Por lo demás, entre la cárcel Modelo donde se preparaba para morir Puig Antich y La Oca, el restaurante de la entonces Plaza de Calvo Sotelo alquilado para el sarao, únicamente mediaban unas cuantas manzanas. Se trataba de la presentación en sociedad  una nueva revista satírica, al parecer ferozmente antifascista, que se iba a llamar “Por Favor”. Allí estaba, pues, la crema y nata de la izquierda divina, con Sixto Cámara y los compañeros de viaje del PSUC a la cabeza,  presta a regar con cava la buena nueva. Fue una velada divertidísima, según los cronistas. Pero uno de los convidados, Joan de Segarra por mas señas, falló. Así lo contaría después el propio Segarra: “Llamé a mi amigo Jaume Perich y le dije que había llegado el enterado, que Puig Antich estaba en capilla. Perich me dijo que lo sentía mucho, pero que no podía desconvocar la presentación y por consiguiente la cena. Le dije a Perich que me disculpase, que no me veía con ánimos de ir a esa cena”. Sería el único ausente.

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Interrupción temporal de la imagen (Plaza de Cataluña, 12-O)

Hay cosas que uno no puede creer hasta que las ve por sí mismo. Hoy  no me podía creer,  hasta que entré en su web y lo comprobé por mí misma,  que el Ayuntamiento de Barcelona hubiera desconectado la cámara que permite obtener imágenes en tiempo real de la Plaza de Cataluña antes de la concentración convocada allí con motivo del 12 de octubre, bajo el lema “Som Catalunya, somos España”.

El Ayuntamiento de Barcelona dispone de buen número de cámaras para el control del tráfico. La única desconectada esta mañana era la de la plaza de Cataluña. Igual alegan, si alegan algo,  que no había allí tráfico rodado, puesto que estaba la concentración y que por lo tanto no tenía sentido mantenerla encendida…¿para ahorrar?

Lo único indudable es que no se ha podido echar un vistazo en directo a lo que estaba sucediendo allí desde una cámara que habitualmente ofrece imágenes de la plaza de Cataluña y que es, en todos los sentidos,  pública.  Parece que la autoridad ha querido impedir  que los niños vean imágenes que puedan herir su sensibilidad, como la promiscua cohabitación de banderas españolas y catalanas.

Por su lado, el diario La Vanguardia transmitía, o mejor, transcribía el evento con una notable peculiaridad: mezclaba constantemente los apuntes sobre la concentración del 12-O con los que se referían a un acto marginal  de la extrema derecha hasta el punto que no se sabía bien si eran dos cosas distintas o una sola.

No hay que ser un lince para apreciar el objetivo de tal operación: meter al 12-o  y a los fachas en el mismo saco. Una operación indigna del periodismo, sí. Pero en la tradición de La Vanguardia Española de los tiempos de la dictadura de Franco.

Ante el 12-O, la actitud del nacionalismo gobernante quedó definida por esto:

 

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