A propósito de la Transición: Todos los Mandelas que hubo en España

Publiqué este artículo sobre la Transición española a raíz de la muerte de Nelson Mandela, en diciembre de 2013. Me ha parecido apropiado rescatarlo hoy (no está ya disponible en internet) cuando el previsible fallecimiento de Adolfo Suárez nos impulsa a echar una nueva mirada a su principal obra política. Una obra que no es tanto, pienso, una obra personal, ni de los políticos de aquel entonces, como de la sociedad española de aquel momento. Es en realidad la obra de una generación: la misma generación a la que pertenece Suárez.    

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Todos los Mandelas que hubo en España

 

Es muy posible que Nelson Mandela les parezca a muchos españoles una venerable figura perteneciente a un mundo muy distinto del nuestro. Sin embargo, su gran logro, aquél por el que se le admira y respeta en todo el mundo,  es una transición a la democracia cuyo espíritu fue el mismo que guió nuestra Transición. Esa idea  inspiradora se expresó en España, como años después en Sudáfrica,  en una palabra: Reconciliación.

 

Poca duda me cabe de que el alborotado patio español no está para mentar  la reconciliación en tono apreciativo. Para muchos, el ánimo moderado que presidió la Transición no es solamente agua pasada; también lo tienen por  agua podrida. En la izquierda, se ha extendido la voz de que entonces se le hicieron demasiadas concesiones a la derecha. Simétricamente, en la derecha no son pocos los indignados por las excesivas concesiones que se hicieron a la izquierda y a los nacionalistas. En ambos campos atribuyen nuestros males de ahora a aquellos “pecados originales”.

 

De ahí que la Constitución, que es la obra fundamental del compromiso que trajo la democracia,  haya pasado de ser sagrada e indiscutible a convertirse en blanco de ataques y objeto de desdén. Han aflorado dos corrientes contrapuestas en sus deseos, pero similares en su afán de arrojar por la borda el principal legado de la Transición. Simplificando, unos quieren “reformar” la Carta magna de 1978 para avanzar en la descentralización hasta el extremo de convertirnos en un Estado confederal.  Y otros quieren “reformarla” justo para lo contrario: suprimir las comunidades autónomas.

 

Esas corrientes presentan también  matices menos extremos y hay, desde luego, más deseos en ambas listas; ¡será por pedir! Pero conviene poner lo sustancial en sus variantes más puras a fin de percibir la dificultad de conciliar a esos dos bandos que se baten en la política, la prensa y la opinión pública. Tales disparidades  no son nuevas y existieron en los años de la Transición, pero la diferencia es que ahora no hay un objetivo que unifique a la mayoría de la sociedad. Entonces el objetivo común era construir una democracia. Hoy,  ¿cuál es? No parece que haya ningún bien mayor que esté por encima de los propósitos discordantes.  

 

El espíritu de una época no tiene por qué transferirse a la siguiente y la profunda crisis económica ha abierto entre nosotros fisuras que han agrandado la distancia. Los que ahora están en la juventud y la primera madurez han vivido experiencias muy distintas a las de la generación que sirvió de base social al tránsito a la democracia. Muchos de los que nacieron durante la guerra civil y en la posguerra, que experimentaron la penuria y luego los albores de la prosperidad, tenían buenos motivos para ser moderados y apoyar la reconciliación.

 

Por eso digo que en la España de la Transición, a falta de uno,  hubo muchos Mandelas. Del líder sudafricano escribía Bill Keller, en su obituario en el New York Times, que fue una rara avis entre los revolucionarios y disidentes morales por haber sido  “un estadista capaz, cómodo con el compromiso e impaciente con los doctrinarios.” Mutatis mutandis, en la España de finales de los setenta, la capacidad para aceptar compromisos y el rechazo a los extremistas, que los había, fue rasgo central y mayoritario. Es más,  hubo consenso político porque había un mandato de consenso de la sociedad.

 

La gente entonces tuvo la intuición de que la convivencia política sólo puede asentarse en renuncias. Se renuncia para lograr un terreno común. Por eso las Constituciones, si no quieren ser de facción o de partido y por lo tanto efímeras, presentan ambigüedades, lagunas y defectos.  A veces, hoy en día, se tiene la impresión de que aquella sabia intuición de nuestros padres (o abuelos) se ha perdido. Hay un ambiente trufado de rabia, en el que ser moderado es de  “nenazas” y el compromiso equivale a traición. Esperemos que este calentón no nos lleve de regreso al “trágala”.

(Publicado en VLCNews, el 9 de diciembre de 2013)  

 

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Crimea o los Estados se rompen por la fuerza

Por qué nos importa Crimea (En VLC News)

Los sucesos en Ucrania, con la secesión de facto de Crimea, vienen a recordar algo muy simple que tiende a pasarse por alto: los Estados se rompen por la fuerza. Esa es la norma, eso es lo habitual. Sin el concurso de la fuerza, como en Crimea la presencia militar rusa, no hay secesión que valga. Esto nos lleva a otro recordatorio importante que trae la crisis ucraniana: la autodeterminación se utiliza para vehicular el puro y crudo interés de un Estado en debilitar a otro.

(Continuar lectura: http://vlcnews.es/opinion/por-que-nos-importa-crimea/ )

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¿Una reforma? ¡Pongámonos a gritar!

Un comité de expertos acaba de presentar al Gobierno una serie de propuestas para una reforma fiscal. Como hecho singular y, sin embargo, frecuente hay que decir que las primeras reacciones se produjeron antes de que se presentara.

Naturalmente, lo primero discutible de una propuesta de reforma fiscal (o para el caso cualquier otra) es que sea elaborada por  unos “expertos”. La pública opinión, expresada en tuits, tertulias, taxis,  ha sido en esto categórica: los ”sabios” cobran un dineral y no tienen ni puñetera idea de cómo es la vida. Los más politizados han avisado de que el mal viene de origen: los expertos fueron elegidos por el Gobierno. Bueno, quizá debería elegirlos la oposición. En cuanto a las propuestas, está todo claro desde el título y no hay mucho más que hablar:  ¡es un expolio!

Por circunstancias, aún no he podido dedicarme a indagar sobre la reforma propuesta por el comité de expertos, y he dependido para formarme una idea  de las opiniones  calientes antes mencionadas. Bien. La única idea que me he formado es que no hay ideas ni formados (salvemos las excepciones de rigor). La otra idea confirmada: Para empezar a hablar, lo que mejor se nos da es el griterío.

Justo estaba leyendo en el nuevo libro de Jesús Laínz (España contra Cataluña. Historia de un fraude) las palabras con las que abdicó del trono Amadeo de Saboya en 1873: “…entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera,  y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males”.

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Aniversario de dolor y vergüenza

11-M: El dolor y la vergüenza (En VLCNews)

Diez años ya, y no pasa el tiempo, detenido en los trenes de Madrid. Detenido y cercenado para los que allí perdieron la vida, para los mutilados por un horror que corta pedazos del lma irrecuperables, para las familias que habrán luchado:: por enf edolorcon estoicismo y por tirar para adelante sin dejar de mirar atrás, inevitable y obsesivamente. Cómo no. Lo trágico no se aparta ni se acomoda como una experiencia más. No llama nunca a la puerta civilizadamente para avisar de que llega. Sólo irrumpe.

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http://vlcnews.es/opinion/11-m-el-dolor-y-la-verguenza/

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Un apunte contrarevolucionario a propósito de Ucrania

Y conste, dados los tambores de guerra que aparecían hoy en las portadas de la prensa, que no pienso que vaya a haber otra guerra de Crimea.

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Contra la Revolución (En VLCNews)

Todos nuestros jovencitos y talluditos que sueñan con echar desde la calle a gobiernos democráticamente elegidos, que preconizan la ruptura como forma de cambio político y desdeñan la tibieza del compromiso, que están fascinados por el mito de la Revolución y creen que las revoluciones son como las fiestas, todos estos, en fin, conviene que miren con atención lo que sucede en Ucrania.

(Continuar lectura: http://vlcnews.es/opinion/contra-la-revolucion/ )

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El memorando de Budapest (1994) por el que Ucrania se sumaba al tratado de no proliferación nuclear como Estado sin armas nucleares, y Estados Unidos, Rusia y Reino Unido reafirmaban su compromiso de respetar la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania: http://en.wikisource.org/wiki/Ukraine._Memorandum_on_Security_Assurances

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