El asesinato en la redacción del semanario humorístico Charlie Hebdo ha dado lugar a un debate sobre la libertad de expresión, y a otro, relacionado, sobre la compatibilidad del islam con la cultura política occidental. Pongo aquí tres artículos, dos centrados en el primer aspecto y otro en el segundo, que me han parecido importantes entre muchos de los publicados estos días, aparte, claro está, de los firmados por codueños de este blog.
I am not Charlie Hebdo, de David Brooks en el New York Times
Los periodistas de Charlie Hebdo son celebrados ahora, y con razón, como mártires de la libertad de expresión, pero hagamos frente a esto: si hubieran intentado publicar su periódico satírico en el campus de alguna Universidad americana durante las dos últimas décadas no habría durado 30 segundos. Grupos de estudiantes y de facultades les habrían acusado de hacer un discurso del odio. La administración le hubiera quitado apoyo financiero y lo habría cerrado.
La reacción pública al atentado en París ha mostrado que hay muchas personas que se apresuran a idolatrar a aquellos que ofenden los puntos de vista de los terroristas islamistas en Francia, pero que son mucho menos tolerantes con aquellos que ofenden sus propios puntos de vista en su país.
(Continuar lectura del original en inglés: http://www.nytimes.com/2015/01/09/opinion/david-brooks-i-am-not-charlie-hebdo.html ) (Para la traducción al español: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/09/actualidad/1420843355_941930.html )
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No sé si soy Charlie Hebdo, de Víctor Lapuente en El País
Como ante todo ataque terrorista, la opinión pública occidental se ha dividido en dos bloques irreconciliables. Por un lado, los “Yo soy Charlie Hebdo”, que defienden una libertad de expresión sin límites, el derecho a ofender a todo tipo de religión o grupo humano. Es una visión liberal sensata, por mucho que se hayan adherido a ella oportunistas de última hora que hubieran cerrado los Charlies Hebdos de muchos otros países, incluyendo el nuestro. Por el otro lado, tenemos a los “Yo no soy Charlie Hebdo”, para quienes la coexistencia pacífica en el mundo moderno requiere impedir las expresiones “ofensivas” mediante leyes antidiscriminación y antidifamación más estrictas. Si pensamos un poco, vemos que también tiene sentido lo que dicen. Basta con echar un vistazo a algunas de las viñetas del antisemita semanario alemán de entreguerras Der Stürmer para sentir auténtico miedo ante la propagación de ciertos odios colectivos. ¿Podemos reconciliar estas dos sensateces opuestas?
(Continuar lectura: http://elpais.com/elpais/2015/01/09/opinion/1420834517_824508.html )
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Una comunidad imaginaria, de Olivier Roy en El País
El atentado que ha sufrido en París la revista satírica Charlie Hebdo ha reactivado el debate que ya suscitaba en Francia la compatibilidad entre el islam y Occidente. La cuestión es más delicada en Europa occidental que en Estados Unidos debido a la enorme cantidad de musulmanes que no solo residen aquí, sino que también son ciudadanos.
Una extraña coincidencia hizo que el mismo día del mortífero atentado contra Charlie Hebdo se produjera la largamente esperada publicación de Sumisión, la última novela del siempre exitoso autor francés Michel Houellebecq. El libro imagina la victoria de un partido musulmán moderado en las elecciones presidenciales y generales francesas de 2022.
La cuestión de la compatibilidad entre el islam y la cultura política francesa u occidental ya no solo atrae la atención de los sospechosos habituales: la derecha populista, cristianos conservadores o laicistas acérrimos de izquierdas. Convertida en algo que desata pasiones, ya ha calado en todo el espectro político. Ahora, la población musulmana —que no se identifica con terroristas— se teme una virulenta reacción antimusulmana.
Grosso modo, dos son los relatos que se enfrentan en la cuestión sobre la compatibilidad entre la cultura musulmana y la sociedad francesa.
(Continuar lectura: http://elpais.com/elpais/2015/01/12/opinion/1421087876_925466.html )